martes, 20 de noviembre de 2012

Darwin verificado ( una vez más).

Charles Darwin.

Una de las críticas que suelen hacer los negacionistas de la Teoría de la Evolución de Darwin es la de que esta no se puede comprobar de forma experimental, pese a que son numerosas las confirmaciones que se han ido realizando desde que Darwin formulara su Teoría en 1859, tales como el registro fósil, homologías, evidencias biogeográficas e incluso la observación directa de la que hablaremos en nuestra entrada de hoy.

Lo primero que tiene que quedar claro es que la teoría de la selección natural de Darwin no es una especulación o una hipótesis sin argumentos sino una teoría científica con todo lo que esto implica. Cuando alguien propone una teoría, esta ha de ser confirmada y validada o bien refutada. Todo ello mediante la observación y la experimentación. Así, si es confirmada, una teoría será una explicación de los hechos pero además tiene que ser capaz de realizar predicciones válidas.

Pues bien, la Teoría de Darwin reúne todas estas características. Desde su formulación ha sido puesta a prueba en numerosas ocasiones y a día de hoy explica miles de observaciones halladas en numerosos campos desde la biología hasta la paleontología. Lo cual no excluye que se actualice y complete según se van produciendo nuevos hallazgos o con la mejora de los métodos de investigación  científica. Y si un día la ciencia demostrara que no es válida habría que aceptarlo, pero a día de hoy es la única explicación científica que explica la diversidad biológica
Es decir, a día de hoy, en palabras de Richard Dawkins, la evolución es un hecho.

Y dicho esto, para los que siguen sin dar validez a todas estas evidencias, la ciencia les trae una nueva verificación (una más) de la validez de la Evolución. Una basada en la experimentación, que es como la ciencia refuta o valida sus teorías.
Resulta que un cientifico ha estudiado una cepa de una bacteria a lo largo de 50.000 generaciones, el experimento ha durado cerca de 25 años, con lo que ha podido ver, sí, sí, ver, como evolucionamos los seres vivos. En concreto lo observado en el experimento fue como en la generación 31.000 las bacterias evolucionaron desarrollando un nuevo rasgo que les permitia asimilar citrato en condiciones aerobias.

 Bacteria Escherchia coli.
Lo grandioso de este tipo de métodos consiste en no usar un registro fósil, por ejemplo, y tratar de descubrir qué ha ocurrido en el pasado para poder montar una "película", sino que permiten ver como los organismos evolucionan delante de nuestros ojos. No tenemos que unir muchas piezas de un rompecabezas ya pasado sino que estas van a desfilar todas y cada una de ellas por delante de nosotros en perfecto orden. Es decir, gracias a la paciencia demostrada en este experimento obtenemos un "mapa" donde poder "ver" cómo los genes se han ido modificando.

En el experimento en cuestión Richard. E. Lensky pudo comprobar cómo al observar a esta bacteria durante miles de generaciones, en un momento dado, allá por la generación 31.000 se produjo una mutación que permitia a las nuevas bacterias realizar algo que las primitivas, sus predecesoras, no eran capaces de hacer. Se había producido un cambio fruto de una mutación.
Según explica Lensky " un nuevo rasgo ha evolucionado mediante el reordenamiento y amplificación de algunos genes preexistentes". No aparece ningún gen nuevo pero se modifica parte del código genético existente. Esto confirma que los llamados "cambios microevolutivos graduales" existen y se desarma así, en palabras de Lensky, uno de los argumentos esgrimidos por los creacionistas.

O sea, que si todas las pruebas que ha ido aportando la ciencia a lo largo de los años les resultan insuficientes a algunos, aquí tienen una muchísimo más clara y visual que les permite seguir la evolución casi en directo e ir analizando los pasos que esta ha ido dejando.

No obstante esta no es la primera vez que podemos asistir a una prueba tan clara, ya que son famosos los experimentos con los peces guppys, esos pececillos que seguramente todos habéis podido ver en alguna ocasión en el acuario de algún amigo. En concreto lo que se demostró con los guppys fue como las características del medio donde vivían, la presencia o ausencia de depredadores, hacía que aquellos desarrollaran unas características u otras. Por ejemplo los guppys que vivían en presencia de depredadores acababan desarrollando una estrategia evolutiva como mecanismo de supervivencia que les permitia tener una elevada tasa de reproducción y un acelerado periodo de maduración además de un tamaño más pequeño (para poder pasar desapercibidos).  De igual manera si una vez evolucionados introducían estos mismos guppys en un ambiente exento de depredadores se observaba  (después de 4 años) como tenian ahora un desarrollo mucho más lento y disminuía el número de cría, además volvía a aumentar su tamaño. Esto, como es lógico, no ocurre de un día para otro sino que es fruto de muchas generaciones, por eso se utilizan guppys, ya que es un animal con un alto ciclo reproductivo lo que permite estudiar muchas generaciones en un periodo corto de tiempo.

Simpáticos guppys.

Así que ya veis que son muchas las pruebas que la ciencia nos ha ido aportando a lo largo de la historia para poder verificar la Teoría de la Evolución e ir haciendo que esta pase a ser un hecho confirmado y contrastado. Y una vez más, gracias a la paciencia de científicos como Lensky, podemos disfrutar de una prueba palpable que sigue confirmando una teoría tan elegante y bella como es la de Darwin.

Dicho esto, solo me queda agradeceros vuestra atención deseando que hayáis disfrutado con esta entrada. Y recordad: Magia..., no, Ciencia!!


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