domingo, 19 de enero de 2014

Newton y sus manzanas.

Esta entrada está dedicada a Laura Morrón (@lauramorron)
 y a JC García-Bayonas (@2qblog)


Si pensamos en Newton no podemos evitar acordarnos de la famosa historia de la manzana cayendo bien sobre su cabeza, bien en las inmediaciones mientras el sesteaba a la sombra de un manzano.
La primera versión es a todas luces falsa y en cuanto a la segunda hay discrepancias. El problema para dilucidar la veracidad de esta segunda versión, la de un Newton que observa la caída de una manzana y de golpe y porrazo le viene a la mente toda una ley de la gravitación universal, es un poco más difícil. Entre otras cosas debido al propio Newton. Bien, vayamos por partes. Tratemos primero de responder a la cuestión de la caída del fruto y luego a la "revelación" de la teoría.

Decíamos que parte de la culpa de la dificultad de la veracidad de la anécdota era achacable a Newton. Veamos esto. Parece que el propio Newton ya anciano, tenía más de 70 años, se dedicó a popularizar su historia de la manzana, encargándose de difundirla a todo aquel que podía. Esto podría ser un punto a favor de la veracidad de la historia, pero el problema es que se recogen hasta cuatro versiones distintas de dicho momento contadas por el propio Newton, y además una de ellas se la contó a William Stukeley, que por aquél momento andaba preparando una biografía suya. Osea que lo que podemos tener claro es que Newton tenía cierto interés (o mucho interés) en que aquella anécdota pasará a la historia. Stukeley acabaría escribiendo esta versión en su Life of Newton (1752):

Después de comer, estando el tiempo cálido, fui al jardín a tomar el té con sir Isaac; bajo la sombra de unos manzanos, nos quedamos solos él y yo. Entre otras cosas, me dijo que justo en esa misma situación fue como se le había ocurrido la noción de la gravitación. Fue sugerida por la caída de una manzana cuando estaba sentado en actitud contemplativa. ¿Por que la manzana siempre cae perpendicularmente al suelo?, se pregunto a sí mismo. ¿Por qué no cae hacia otro lado o hacia arriba? Seguramente la razón es que la Tierra la atrae. Debe haber una potencia de atracción en la materia: y la suma de la potencia de atracción de la materia de la Tierra debe estar en el centro de la Tierra y no en otro lado de la Tierra . Por eso esta manzana cae perpendicularmente, o sea, hacia el centro de la Tierra. Si la materia atrae la materia, debe ser en proporción a su cantidad. Por tanto, la manzana atrae a la Tierra, como la tierra atrae a la manzana.

Además, parece que en los últimos años de su vida le gustaba rodearse de un halo de leyenda y destacar su faceta de genio (que lo fue). Como expone Antonio J. Duran Guardeño en su fantástico libro "Newton. La ley de la gravedad. La fuerza más atractiva del universo", Newton "posiblemente comprendió muy bien que el halo genial que desde tiempos inmemoriales había rodeado al científico griego (Arquímedes) tenía que ver con la excelencia de sus descubrimientos pero también con ciertas historias llamativas recogidas por los cronistas de la Antigúedad. La más célebre de ellas la del ¡Eureka!..." y parece que Newton "logró dar con una historia que, a la postre, iba a tener tanta o más capacidad que el ¡Eureka! arquimediano".


Portada de los Principia.
En definitiva, la historia parece tener un cuerpo real (dentro de sus múltiples variantes) pero Newton pudo forzar por un lado la trascendencia de esta anécdota y por otro dotarla de un poso de leyenda de genio visionario. Aclaremos ahora esta segunda cuestión. No estoy tratando de restarle mérito a Newton (no podría aunque quisiera) sino de tratar de engrandecer, aún más si cabe, su espectacular contribución a la física y a las matemáticas. Es decir, no permitir que se reduzca su creación a una idea que aparece de golpe y porrazo al ver caer un fruto. Parece difícil creer que una teoría de tal complejidad y tan poco autointuitiva se releve en el transcurso del tiempo que tarda en caer una manzana al suelo. Hay que tener en cuenta que Newton estaba proponiendo una ley universal que unía el cielo con la tierra, es decir una fuerza que respondía de la caída de un objeto en la tierra y de la órbita de la luna alrededor de la tierra y por ende de todos los planetas en torno al sol. Además, aunque a priori parezca algo brillante (la idea que deslumbra al genio contemplativo ensimismado en sus pensamientos) sería echar por tierra tantos años de trabajo y fatiga como sabemos que le llevó a Newton elaborar su Ley de la gravitación. Estaríamos menospreciando estos arduos y duros momentos por los que sabemos que el genio pasó como recoge tanto su propio testimonio como el de testigos. Newton escribió en una carta que los Principia (como se conoce su Philosophiae naturalis principia mathematica, donde se recoge la ley de la gravitación universal) los debía sólo a "la laboriosidad y al pensamiento paciente". Cuando alguien preguntó a Newton, siendo este ya famoso, cómo había descubierto la ley de la gravitación respondió "Pensando en ello constantemente".
 Y Richard Westfall, autor de la posiblemente mejor biografía de Newton, escribe "desde agosto de 1684 hasta la primavera de 1686, su vida se redujo a los Principia". Asimismo el asistente de Newton en aquella época nos deja esta imagen:

Estaba tan concentrado, tan volcado en sus estudios que apenas comía, o incluso se olvidaba de comer. De forma que, al entrar en su habitación, encontraba su plato sin tocar, y cuando se lo recordaba, me respondía: "¿Ah, sí?", y se dirigía hacia la mesa, donde tomaba uno o dos bocados de pie. En raras ocasiones, cuando decidía cenar en el hall, tomaba el camino de la izquierda y salia a la calle; allí, se detenía, dándose cuenta de su error, y volvía rápidamente, de forma que, algunas veces, en vez de ir al hall, regresaba su habitación. Cuando, en ocasiones, salía a dar una o dos vueltas por el jardín, podía detenerse de repente, darse la vuelta y, después de correr escaleras arriba, como otro Arquímedes con un "¡Eureka!", ponerse a escribir de pie en su mesa, sin ni siquiera concederse el tiempo de buscar una silla en la que sentarse.


Un Isaac Newton joven pero ya con un gran pelazo.
Si rebuscamos en la historia, esta nos habla de un Newton que ya desde su más temprana edad sentía una fascinación por la ciencia y la experimentación. Construía maquetas de molinos que funcionaban perfectamente, incluso les añadía mejoras, casas de muñecas para un grupo de niñas, relojes etc...
En una ocasión Newton contó que su primer experimento consistió en saltar un día de tormenta con viento a favor y posteriormente con viento en contra, para observar la diferencia y medir la "fuerza de la tormenta". Se dice que incluso se valió de este conocimiento para ganar un concurso de saltos cuando era niño. Cosa que no le debió ayudar mucho, dicho sea de paso, para quitarse la losa de aislamiento frente al resto de escolares y no continuar siendo un niño aislado y solitario.
Sabemos que Newton fué un trabajador incansable y que no se rendía nunca una vez que un problema se apoderaba de él. Westfall refleja su tesón (además de sus increíbles capacidades) hablándonos del "...increíble programa de estudios -llevado a cabo en privado y continuado en solitario- de un joven que asimiló un siglo de conocimientos y se colocó a la cabeza de las matemáticas y las ciencias europeas".

Después de todo lo dicho, la historia de la manzana no ha de darnos la idea de una revelación, sino que tenemos que ver la ley de la gravitación como el fruto de un duro y agotador trabajo. Como bien ha argumentado Westfall "la historia [de la manzana] vulgariza la gravitación universal, tratándola como si fuera una idea brillante". Podemos hablar que la manzana puso en marcha esta idea e inicio todo un laborioso trabajo que culminó con una de las propuestas más fascinantes de la historia de la ciencia y sin duda una de las más rompedoras.

En definitiva, lo expuesto nos sugiere que cuesta creer que toda una idea de esa envergadura se revele de una manera tan clara en apenas un instante, además del hecho mencionado de "arruinar" toda una vida de esfuerzo, trabajo y dedicación en pos de una mitificación.

"Esta entrada participa en la XLVIII edición del Carnaval de la Física alojado en esta ocasión en el blog La aventura de la ciencia".

 Y no quiero dejar pasar la oportunidad de agradecer a su autor, Daniel Martín Reina (@monzonete) el haberme puesto sobre la pista del libro de Westfall en su magnífica presentación del carnaval. Un saludo.

Y recordad siempre: Magia..., no, Ciencia!!

También nos encontrarás en Twitter en: @Cuantosycuerdas.


Bibliografía:

-Isaac Newton: una vida. Richard Westfall.

-Newton, la ley de la gravedad. La fuerza más atractiva del universo. Antonio J. Durán Guardeño.